Hay muchas formas de definir el terroir. A mí me gusta pensar que el terroir es beber una copa de vino con los ojos cerrados y que en tu mente se proyecte el lugar de donde proviene. Y eso es más o menos lo que me pasa con el Cola de Zorro.
Es llevarte la copa a la boca y mágicamente proyectarte a los Valles Calchaquíes y aparecer caminando por una de esas callecitas de tierra de un pueblito cualquiera, de esos con casitas de adobe que siempre tienen las puertas abiertas para capturar alguna brisa de montaña que calme al menos un poco el calor. Es la sombra fresca de un algarrobo, un tamal picantón y dulzón, un beso a escondidas robado en una noche de carnaval.
Álvaro Dávalos es el menor de una de las familias más tradicionales de la viticultura del NOA. Es un talentoso y joven enólogo salteño que busca aplicar todo el conocimiento transmitido por cinco generaciones familiares en la búsqueda de la máxima expresión del terruño.
Además de ser junto a su hermano Yeyé el enólogo de la bodega familiar (estamos hablando ni más ni menos que de Tacuil), Álvaro tiene su proyecto personal llamado Vizcachero Wines, al cual pertenece el Cola de Zorro.
La uva que seleccionó para este blend de Malbec proviene en un 60% de Pucará (Angastaco), un 30% de un pequeño viñedo perdido debajo de una quebrada cerca de Seclantás y el 10% restante de Molinos.
No tiene paso por madera, todo el proceso de elaboración se realizó en tanques de acero y hormigón y una vez finalizado directamente se embotelló y se estibó durante seis meses.
De la cosecha 2017 fueron sólo 2.500 botellas y ya prácticamente no se consiguen, pero pronto (muy pronto) estará en el mercado la 2018 que, según me contó Álvaro, promete ser una gran añada.
Yendo al vino, podemos decir que es como morder un racimo de uvas maduras bien frescas. Al no tener paso por madera ni tiempo de crianza, su máxima expresión tanto en nariz como en boca es de fruta, fruta y más fruta intensa y fresca.
Esa frescura se mantiene en boca, donde transita con una fluidez algo dulzona, lo que le aporta amabilidad y una alta chupabilidad. Es redondo, de buen cuerpo y largo final. Una copa es poco. Y una botella, también.
Los Valles Calchaquíes y sus pueblitos de raíces ancestrales regados por vinos inolvidables. Un poquito de ese paisaje se encuentra embotellado en el Cola de Zorro. SALÚ.
Un golazo el Cola… Salú!
No falla!
Adoro este blog. Compro todos los vinos que recomendás del NOA porque me fascinan las historias que hay por detrás. El Cola de zorro es una perdición… ¡Salud!
Muchas gracias! Coincido que son vinos con una historia detrás y el Cola de Zorro está entre mis favoritos. Salú!