Verano en Buenos Aires. La temperatura besa los 40º, la ola de calor abrasa (y te abraza) y no ves la hora de que llegue el fin de semana para zambullirte en una pileta… que no tenés.
La pileta en el verano cotiza más alto que el Bitcoin, así que no queda otra que recurrir a algún amigo, compañero de trabajo o tía lejana que tenga aunque más no sea una Pelopincho en la terraza. O refrescarse los pies en una palangana en el balcón mientras te tomás una copa de vino.
¿Por qué siempre hablamos de vinos pileteros si prácticamente nadie tiene pileta? Hace unos días realicé una encuesta en Twitter que arrojó los siguientes resultados:
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Salvo en el interior donde los afortunados llegan al 40%, en la Ciudad de Buenos Aires si descartamos a quienes tienen piletas compartidas en edificios o clubes (porque no se pueden llevar bebidas alcohólicas) tan sólo uno de cada diez porteños puede disfrutar de tomarse un vinito mientras remoja sus callos al borde de la piscina.
Hablemos entonces de vinos palanganeros. Esos vinos de sed, de alta chupabilidad, dueños de una acidez refrescante y sin más pretensiones que la de hacernos más llevadero el verano. Estos vinos son el compañero ideal de quienes combaten el calor en su departamento de dos ambientes a puro palanganazo balconero.
¿Qué diferencia hay con los vinos pileteros? Ninguna. Digamos que tan sólo un cambio de escenografía y un nombre más apropiado para el porteño estándar.
Por eso, ya sea porque tenés la suerte de acceder a una pileta o porque te toca bancar el calor del verano en un departamento, te recomiendo que prestes atención a esta nota que, para hacerla más palanganera aún, incluye sólo #TobaraWines hasta 300 pé de precio de góndola.
#TobaraWines Palanganeros
Blancos
Podríamos decir que los blancos nacieron para combatir el calor. Seguramente los puristas me dirán que se pueden tomar todo el año y por supuesto que tienen razón. Pero en verano no hay nada mejor que llegar a tu casa y servirte una generosa copa de ese blanco que pusiste en la heladera la noche anterior.
- Domingo Hermanos Torrontés (en damajuana – 360 pé): Llenate un pingüino, dejalo que se refresque en la heladera, servilo con un par de hielos y asustalo con dos sifonazos de soda. Por menos de 80 pé el litro, más palanganero no hay.
- Tajungapul Blend de Blancos 2017 (195 pé): Un blanco que la va de misterioso. Preguntás qué es y te responden «es vino». Ni cepa, ni zona, ni nada. Sólo se sabe que está buenísimo y que es de Mendoza. Un vino para jugar en grupo como si fuera un TEG.
- Lui Wind Blend 2018 (290 pé): herbáceo, cítrico, jugoso y con una gran acidez. Tiene todo lo que le podemos pedir a un blanco refrescante. Elaborado con Torrontés y Sauvignon Blanc, esta línea de Wind Blend (el tinto también aplica como palanganero) es una fuerte apuesta del Japo Vegetti para posicionarlo como vino del verano.
Rosados
Ahora hay como un revival del rosado. Los hay en cantidad y de muy buena calidad. Muchas bodegas apostaron a la innovación explorando nuevas cepas y distintos tipos de botellas y tapones. Por eso este verano será una explosión rosada que invadirá las reuniones de amigos. ¿Y por qué no ir practicando esta movida con unos rosaditos palanganeros?
- Santa Julia Rosé 2018 (165 pé): Pura fruta y frescura. Delicado, amable, realmente vuela en la copa. Elaborado con Syrah, es más piletero que guardavidas de consorcio.
- Chakana Nuna Vineyard Rosé 2018 (280 pé): Una apuesta a lo orgánico y biodinámico que combina Syrah, Malbec y Tannat de la finca de Agrelo. Ligero, fresco, va como piña con unas rabas. Hay que estar atentos a la tienda online de la bodega…
- Casa Petrini Rosé 2018 (300 pé): simpática botellita de medio litro que invita a empinarla. Adentro tiene un vino súper bebible, fresco, que le escapa al dulzor típico de los rosados de la vieja escuela.
Espumantes
Ah, la eterna y querida burbuja… Si sabrá ella de descorches al atardecer al borde de la pileta, ya sea con algún pan dulce rezagado de las Fiestas o la siempre querida Rosca de Reyes. También es la compañía ideal para ese sushi tempranero que llega ni bien cae la noche en una grata velada en pareja.
- Tordos Brut Nature (260 pé): desde Salta llega esta belleza elaborada con Tocai y Malbec mediante el método charmat. Tiene una burbuja media y persistente. Es fresco y fácil de beber.
- Chandon Extra Brut (300 pé): ¿Quién no ha descorchado un Chandon en alguna celebración? El clásico «champán» que se destaca en cualquier góndola de supermercado es una gran opción a la hora de burbujear el verano.
- Navarro Correas Nature (265 pé): Otro gran exponente de los espumantes masivos y palanganeros. Seco y de buena acidez, ya conquista desde lo visual con su particular botella. Se lleva muy bien con la palangana y, por qué no, con la bañera llena de espumas.
Y tintos, ¿por qué no?
¿Tintos palanganeros? Claro que sí. Toda esta nueva ola de tintos frescos, livianos, con marcada acidez y mucha fruta dejaron sobre la orilla buenos exponentes de lo que hoy se denomina «tintos de sed». Bebidos a temperatura de blancos, son los compañeros ideales para el salamincito, el gruyère, la mortadela y los sanguchitos de miga.
- Tintillo 2017 (260 pé): Ya desde la etiqueta nos avisa que lo bebas frío. Este corte de Malbec y Bonarda entrega mucha fruta, fluidez y alta chupabilidad. No pide ser interpretado, sino disfrutado.
- Cara Sucia 2018 (280 pé): este homenaje a aquellos vinos de mesa que acompañaban las comidas de todos los días es un claro ejemplo de los tintos de sed. Elaborado con uva Cereza de Rivadavia, tiene un color rojo suave, casi rosado. Predomina la fruta fresca, es un vino simple, de taninos amables y muy fluido.
- Alma Gemela Bonarda 2018 (300 pé): La línea baja de Alma Gemela es toda palanganera. Este Bonarda de Lavalle es un vino jugoso, mordible como una pepita de uva madura. Ideal para la picadita en el balcón. Y si tu amigo con pileta además tiene horno de barro (si, de vos estoy hablando) no te imaginás lo bien que se lleva con las pizzas bajoneras del atardecer.
Y para cerrar…
Como verás, no hace falta tener una pileta para disfrutar de un rico vino en verano. Alcanza y sobra con un poco de creatividad, muchas ganas, una linda palangana…. y unos vinitos palanganeros.
Los vinos de sed llegaron para quedarse. Celebralo con amigos al borde de la pileta o en la tranquilidad de tu casa con las patas en remojo. ¡SALÚ!
Jajaja…Muy buena! Imbatible la damita de Domingo Hnos torro. Me debo esa espuma de los Tordos y ando deseando ese nuevo Cara Sucia.
Cdo vi el titulo pense que la nota apuntaba a los «palanganas», como les decimos aqui a la gente fanfarrona (por ej.a los que ‘palanganean’ con vinos practicamente inalcanzables para el comun de los mortales. Y quizas porque lo ligo de garron)
Muy bueno el blog. Saludos desde Tuc!
Gracias! No conocía ese apodo, sería algo así como el garronero?