Poco más de mil kilómetros separan a Mendoza de Cafayate. Mil kilómetros de asfalto y ripio por la mítica ruta 40. La distancia es física, concreta, incuestionable. Pero es lo único que las separa. Las une el buen sol, la buena gente… y el vino.
La vendimia es un evento económico, social y cultural que revoluciona al mundo del vino y a todos los que de alguna u otra manera se vinculan con él. Para las bodegas, es el momento en el que se define la cosecha del año y las decisiones que se toman en vendimia marcan para siempre los vinos de esa cosecha.
Si hay dos lugares marcados a fuego por la vendimia esos son Mendoza y Cafayate. Tanto en uno como en otro, desde los cosechadores hasta los enólogos pasando por quienes pesan los camiones, seleccionan las uvas, controlan los tanques y muchos más, viven la vendimia con una adrenalina que les recorre todo el cuerpo y que los mantiene despiertos día y noche durante varias semanas. Trabajar en una bodega en plena vendimia es realmente estresante, si… pero es un stress que moviliza, motoriza, despeja la mente y activa los músculos. La vendimia revitaliza.
Por diferentes circunstancias pude viajar a Mendoza y a Cafayate con una diferencia de 15 días entre uno y otro y visitar las bodegas Manos Negras y Domingo Molina. Y gracias a la generosidad y la hospitalidad del Colo Sejanovich y del Rafa Domingo pude palpar con mis propias manos y ver con mis propios ojos eso que tantas veces me habían contado.
¿Qué los une?
La pasión
El vino es una pasión tanto para uno como para el otro. Esto que puede resultar una obviedad, no lo es tanto si lo comparamos con otros trabajos. Para ellos, el vino es su trabajo, es el sustento diario, es su principal fuente de ingresos. Si bien es cierto que todos vivimos gracias a un trabajo, no todos tenemos la suerte de trabajar de lo que nos apasiona. De hecho, muy pocos logran conjugar pasión con sustento económico. Ellos, sí. Y no es poca cosa: dejar nuestra huella en el mundo y realizarnos económicamente a partir de lo que amamos es una de las mayores satisfacciones a la que podemos aspirar como seres humanos.
Equipos felices
Esta pasión por el trabajo se ve reflejada en la forma en que conducen sus equipos de trabajo. En ambas bodegas se respira buen clima, la gente trabaja cómoda, contenta y relajada sin que esto sea un detrimento en la producción y la calidad. Está demostrado que aquellos que son felices en su trabajo logran con mayor facilidad sus objetivos. Y parece ser que tanto el Rafa como el Colo lo tienen claro, porque promueven en sus respectivas bodegas el ambiente propicio para que eso ocurra.
Profesionalismo
Otra de las características que se destacan en ambas bodegas es el profesionalismo. Las variables que se manejan durante el tiempo de vendimia son muchas y la lectura que de ellas se desprenden impactan de manera directa en el vino. Un error en los registros puede afectar a la fermentación, un remontaje que no se realiza a tiempo seguramente derivará en un vino distinto, y ni qué decir del tiempo de cosecha, la maduración de la uva, el traslado a la bodega, etc.
El profesionalismo se pone de manifiesto en todo momento y eso se puede apreciar en el resultado final: el vino. Independientemente del gusto particular, podemos coincidir que cuando tomamos un vino de estas bodegas estamos hablando de un vino de calidad superior, bien elaborado y sin defectos.
Líderes comprometidos
Otra de las cuestiones que pude observar es el compromiso de ambos con el trabajo. No están dando órdenes desde un escritorio o una camioneta,
son líderes que se arremangan y trabajan a la par de todos. Lideran con el ejemplo y eso les vale el respeto de todos.
Además, ambos tienen personas de confianza con las que comparten sus dudas y se apoyan a la hora de tomar decisiones. Y son maestros de otros que aprenden haciendo.
Compromiso, escucha activa, toma de decisiones compartida y formación. Atributos de liderazgo que son valorados en cualquier ámbito laboral.
Vale aclarar que…
Estas características no son exclusivas de estas dos bodegas. Muchas otras que conozco también trabajan de esta manera y seguramente también muchas otras más que no conozco. Mi intención fue usarlas como excusa y ejemplo para darle visibilidad al trabajo que se realiza en una industria fundamental a la hora de generar empleos y recursos económicos en nuestro país.
¿Qué los separa?
Nada. O al menos, nada importante. Mendoza y Cafayate son dos lugares increíbles y cuna de grandes vinos. Lamentablemente, ese afán que tenemos los argentinos por polarizar todo a veces nos empuja a elegir entre uno u otro como si nos fuera la vida en ello.
Por supuesto que cada lugar tiene una identidad propia que hay que resguardar y resaltar… pero a no equivocarse: sólo en sus vinos. Porque si promovemos las diferencias entre las personas, los únicos perjudicados serán, justamente, sus vinos. Si aquellos que hacen el vino y los que lo comunicamos no entramos en ese juego de dicotomías improductivas, ese será tan sólo un factor anecdótico.
Conclusiones
Más allá de cuestiones técnicas que dependen de las decisiones que cada bodega asuma en función del rumbo que quiere darle a sus vinos, la vendimia es un proceso que atraviesa por igual a todos los productores del país. Todos la viven de la misma manera y persiguen el mismo objetivo: elaborar el mejor vino posible aprovechando al máximo los recursos naturales que el terruño les aporta y aplicando toda la capacidad humana que esté a su alcance en pos de ese objetivo.
La vendimia une. El vino une. No perdamos de vista esto.