Tucumán es tierra de vinos generosos y de gran carácter. Altos La Ciénaga representa fielmente el ADN del vino tucumano.
Luis Rolando Díaz, el Rolo, creció entre damajuanas y cajones de uva. Su Padre, Don Javier Díaz, tenía un pequeño viñedo poblacional con uva Torrontés, moscatel, cereza y algo de uva francesa como se la conocía a las tintas de origen europeo, y elaboraba un vino patero que vendía en damajuana en su pueblo, Colalao del Valle. En ese transitar, el pequeño Rolo Díaz fue aprendiendo el oficio al tiempo que ayudaba a Don Javier en la elaboración de ese vino patero.
Muchos años después, más precisamente en 1994, el Rolo cumplió su sueño de continuar con la tradición familiar. Con el apoyo de su hermana Cristina y reciclando las viejas instalaciones que utilizara su padre en la casona familiar, fundaron Altos La Ciénaga. Cristina es quien se ocupa de las cuentas, los insumos, la comunicación, las redes sociales y todo lo demás. El Rolo atiende los viñedos y, por supuesto, elabora los vinos.
Altos La Ciénaga está ubicado en un pueblito tucumano llamado Colalao del Valle. Para llegar hasta la bodega del Rolo partiendo desde San Miguel de Tucumán, hay que atravesar la belleza de Tafí del Valle y subir hasta el Infiernillo para luego comenzar el descenso hacia Amaicha del Valle, la puerta de entrada a esa región de los Valles Calchaquíes. Finalmente, siguiendo por la ruta 307 se empalma con la mítica 40 hasta llegar a Colalao del Valle. Basta con preguntarle a cualquiera y te van a indicar que ahí nomás, haciendo esquina con la plaza principal del pueblo, se encuentra la casa familiar de los Diaz y unos metros más allá, la bodeguita.
Colalao del Valle forma parte de lo que se conoce como el Valle Calchaquí tucumano. Surcado por el río Santa María (el único en Sudamérica que corre de sur a norte), delimita al oeste con las sierras de Quilmes (o del Cajón) y al este con el sistema Aconquija-Cumbres Calchaquíes. Es un valle con escasa vegetación, el clima es desértico y los suelos son mayormente pedregosos y muy permeables. Estas características los vuelven fácilmente erosionables tanto por el viento como por el agua, tendiendo a la desertificación.
Altos La Ciénaga tocando el Cielo
El viñedo más importante del Rolo se encuentra en el Paraje La Ciénaga, uno de los terroir con más carácter e identidad de Argentina, tal como lo define Francisco “Paco” Puga, un gran conocedor de los Valles Calchaquíes. A 2300 msnm, ese pequeño manchón verde de tan sólo cuatro hectáreas recostado sobre el piedemonte de las Cumbres Calchaquíes resalta a la vista de los cóndores como un lunar sobre el amarillo desierto. Para llegar al viñedo, el Rolo Díaz recorre a diario los 28 kms de un camino consolidado y una huella que atraviesa un pequeño arroyo que en épocas de lluvia se vuelve caudaloso y desafiante para quien se atreva a cruzarlo.
El agua es un tesoro escondido para el viticultor, y hasta allí se fue el Rolo a buscarla. Una vertiente de agua pura y cristalina de montaña alimenta una pequeña represa y desde allí, riega por manto los sedientos viñedos de Malbec, Tannat y Syrah. Ese riego por manto pronto pasará a ser por goteo, permitiéndole de este modo un uso más eficiente del preciado recurso.
Cerca de La Ciénaga se encuentra el viñedo de La Puerta, la apuesta al futuro de Altos La Ciénaga. Las jóvenes cepas de Riesling allí plantadas, apenas un cuarto de hectárea, ya comienzan a dar sus frutos y el Rolo Díaz espera tener su primera vendimia en 2021. A esto se le suma el desafío de plantar un poco más arriba, en un puesto conocido como El Toro.
El perfil del suelo de estos viñedos de altura es heterogéneo, con un perfil franco arenoso que predomina en la superficie y a poca profundidad se encuentran las grandes rocas cubiertas de calcáreo. A pesar de ser suelos muy pobres, el Rolo no utiliza agroquímicos tales como fertilizantes o nutrientes. De ser necesario, acompaña el crecimiento de las cepas con algo de abono foliar.
Los vinos que surgen de ese lugar son muy particulares y por eso cobra sentido estudiar con profundidad las características del terroir. El Rolo realiza un seguimiento de los diferentes sectores de su viñedo para entender la relación entre el suelo y la productividad. Su curiosidad y sus deseos de aprender lo llevaron a instalar un termómetro digital y desde hace un año realiza mediciones de temperaturas máximas y mínimas para conocer la amplitud térmica de su viñedo. También tiene proyectada la excavación de calicatas para estudiar con mayor detalle la composición del suelo.
Finalmente, en las afueras del pueblo de Colalao del Valle y a 1800 msnm, el Rolo tiene plantadas 2 hectáreas de Malbec y Torrontés de parral por partes iguales. De aquí salen las uvas que van a la línea Don Javier.
Tanto en el viñedo como en la bodega, el Rolo Díaz hace todo a la vieja usanza, tal como se lo enseñó su padre. Es un defensor de la vitivinicultura artesanal y su foco está puesto en la calidad de los vinos por sobre el volumen. Las uvas son cosechadas a mano y en la bodega realiza una vinificación tradicional con la mínima intervención posible, utilizando en la fermentación las mismas levaduras que vienen con la fruta, clarificando por decantación, con una acidez natural que sólo es corregida al final del proceso como forma de preservar la salud de sus vinos y embotellando sin filtrar.
Los vinos del Rolo
Altos La Ciénaga tiene dos líneas de vinos: Don Javier y Altos La Ciénaga. Don Javier nació como un homenaje a su padre y tiene tres etiquetas: un Torrontés, un Torrontés dulce y un Malbec. Altos La Ciénaga está compuesta por un blend (Malbec, Syrah y Tannat en partes iguales en el que predominan los aromas a fruta negra y aceitunas), tres reserva (un Tannat, un Syrah y un corte de ambos), una microvinificación de Tannat (muy bien domado, delicado y fresco) y el recientemente lanzado al mercado Syrah joven sin paso por barrica.
Los vinos de Altos La Ciénaga son sumamente expresivos e intensos, con la fruta mordiente, redondos y de gran carácter, buen cuerpo y buena acidez. En aquellos que tienen paso por barrica, la madera está bien integrada sin opacar la fruta. Con el tiempo, aquella rusticidad de las primeras cosechas fue migrando hacia una mayor elegancia y frescura sin perder la identidad calchaquí.
Ese terroir con características de suelos y clima únicos, Los viñedos con tratamiento orgánico y regados con agua de vertiente y el especial cuidado de la fruta tanto en la cosecha como en la vinificación reflejan el verdadero ADN del vino tucumano.
Muy buena nota, como nos tiene acostumbrado Ale. Excelente info para seguir conociendo los Valles Calchaquíes y la presentación de esos vinazos de Altos La Ciénaga.
Muchas gracias Batman!!! 🍷🍷🍷
¡vinos exelentes! Parola di italiana della Valpollicella.
🍷🍷🍷