Se acerca el verano y la bodega de Luján de Cuyo sorprende con su Altos Las Hormigas Blanco 2020, un corte de Semillón y Chenin Blanc refrescante y de alta chupabilidad.
Valió la pena la espera. Es que en sus 25 años de historia elaborando vinos de alta calidad, gastronómicos y de respeto por el terroir, Altos Las Hormigas nunca había sacado al mercado un vino blanco. Hasta que llegó el 2020, año histórico y revolucionario como pocos, y en ese devenir de la historia la bodega de Antonio Morescalchi y Alberto Antonini decidió romper su tradición de tintos para ofrecernos su primer vino blanco mendocino.
«Un vino blanco es un recorrido», cuenta Antonio. Y completa: «ese recorrido no empezó con el mercado, a partir de lo que se podía vender. Sino más bien empezó en el terroir». Y en esa interpretación del terroir como la tradición de hacer vinos del lugar respetando la historia, es que buscaron elaborar un vino blanco de un lugar soleado, porque esa es su interpretación de Mendoza.
«La elección de los varietales tiene que ver con la historia de Mendoza», remarca Federico Gambetta. Este joven ingeniero agrónomo es, desde hace unos meses, el responsable enológico de Altos Las Hormigas. Formado en Montpellier y con un paso por el INTA, Catena Zapata y Bodega CARO, encaró su primer desafío con mucho aplomo y seguridad elaborando un blanco que está a la altura del espíritu innovador y de respeto de la historia que identifica a la bodega.
«Mendoza es un lugar fantástico con una identidad única. El modelo no es la Borgoña o el Loira. Tenemos que hacer vinos de Mendoza y no copias baratas de los vinos de otros lugares del mundo», dispara Antonio Morescalchi. Su español entremezclado con un acento italiano no le impide dejar en claro cuál es su visión acerca de los vinos que quiere para su bodega. Y por si quedan dudas agrega: «No somos una bodega de winemakers. El ego es un ruido que te impide escuchar al terroir«.
Altos Las Hormigas Blanco 2020
Siguiendo esta premisa, para el corte de este blanco eligieron dos varietales tradicionales mendocinos: Semillón y Chenin Blanc. Ambos provienen de un viejo viñedo en parral de Eugenio Bustos con cepas que tienen más de 80 años que crecieron en un suelo limoso profundo. Las uvas se cosecharon en forma manual y en cajas, buscando cuidar al máximo los racimos.
Ambos varietales se elaboraron por separado, una parte de manera tradicional y la otra se fermentó con las pieles y un 30% de escobajo. La fermentación se realizó en piletas de concreto y en esas misma piletas se realizó también la fermentación maloláctica. Finalizada la elaboración se seleccionó el corte final que resultó ser 56% Chenin Blanc y 44% Semillón y previo al embotellado descansó durante 6 meses en cubas de concreto. No tiene paso por madera.
El resultado es un vino blanco que pone en valor las tradiciones pensando en el consumidor actual. Es sabroso, equilibrado, aromáticamente expresivo y de andar fluido pero con buen cuerpo. Su bajo nivel de alcohol (apenas un 11,5%), su tensión y su refrescante acidez lo vuelven peligrosamente bebible. Es un vino de sed que invita a rellenar la copa antes del último sorbo. Indudablemente, la botella vuela antes de lo que uno quisiera.
Altos Las Hormigas Blanco se encuentra en las antípodas de los vinos industriales, pero no por eso es un vino de nicho, por el contrario, llegó para conquistar a todos los paladares. Un vino mendocino que se identifica con el sol del atardecer y con su gente de sonrisa franca y brazos abiertos. Un blanco moderno con todo el peso de la historia detrás. Salú.