Gloria a Dios en las alturas,
Fiesta – Juan Manuel Serrat
Recogieron las basuras
De mi calle, ayer a oscuras
Y hoy sembrada de bombillas.
Recuerdos de kermesse
Cuando era chico, allá lejos y hace tiempo en mi Las Flores natal, disfrutaba enormemente de las kermesses. Los días previos transcurrían a pura ansiedad: todo el tiempo le recordaba a mi viejo que no se olvide que el sábado teníamos que ir la kermesse, juntaba cada moneda para los juegos y practicaba tiro al blanco con una pelota de medias intentando derribar una fila de latas de conserva.
El día del gran evento mi viejo sacaba su querido Peugeot 404 y partíamos temprano rumbo al parque de la laguna. Al llegar, el gran cartel luminoso anunciando «HOY GRAN KERMESSE» me aceleraba el corazón. El pueblo entero estaba allí, bajo el cielo sembrado «de lucecitas montadas para escena» que unían los stands como una gran telaraña.
En cada puesto había muñecos de peluche, pelotas y golosinas. Los feriantes a viva voz nos invitaban a participar con la promesa de ganar «importantes premios» acertando el número de la rueda de la fortuna o embocando aros en los cuellos de botellas de vidrio. Se respiraba el aroma a caramelo que desprendían los pochoclos y las manos, al poco de andar, quedaban pegoteadas con las manzanas caramelizadas y los copos de azúcar.
¿Dónde quedaron aquellas ferias con salones de espejos, laberintos de terror y música de organito? ¿Qué será de la vida de aquellos feriantes que nos alegraban la noche con sus artes? Ya no existen las kermesses: son recuerdos de la infancia y ya nunca volverán… o sí.
Bienvenidos a la Chachingo Wine Fair
En la madrugada del 22 de noviembre me desperté antes de que suene el despertador, tal como me ocurre siempre que tengo un vuelo. Llegué con tiempo a Aeroparque y ni bien despegamos me puse los auriculares y empezaron a sonar Los Enanitos Verdes. Estaba viajando a Mendoza.
Después de almorzar con amigos en Casa Vigil Palmares y de una reparadora siesta, partí rumbo hacia Chachingo, a Casa Vigil, para disfrutar de la Chachingo Wine Fair.
Con sus lucecitas colgadas entre los árboles y los stands repletos de feriantes que me invitaban a ser parte de una noche única, la Chachingo Wine Fair fue lo más parecido a aquellas kermesses que viví en mi infancia.
Hoy el noble y el villano,
El prohombre y el gusano
Bailan y se dan la mano
Sin importarles la facha.
Todo Mendoza y más se hizo presente. Más de 1.200 personas pasaron por la feria durante dos noches increíbles y fueron recibidos por unas 65 bodegas con más de 250 etiquetas para disfrutar.
Cada stand era atendido por el productor, winemaker o dueño de la bodega. Los vinos estaban en baldes de hielo a temperatura ideal y en el parque había dispensers de agua para hidratarse.
Cuatrocientas catorce «lucecitas montadas para escena» (si, las conté) iluminaban la Feria como en las kermesses de mi infancia. El Flaco Gabrielli, maestro de ceremonias y organizador del evento, volaba de un lado a otro saludando a los que llegaban, resolviendo imprevistos, atento a cada detalle.
Subasta y rock
Realmente no faltaba nadie: Estaban Ale Vigil y María Sance, anfitriones del lugar, los hermanos Reginato poniéndole alegría a la noche, el Colo Sejanovich y Jeff Mausbach, la dupla infernal que tantos éxitos nos han regalado, Marcelo Pelleriti junto a Felipe Staiti y Juanchi Baleiron, Guille Barbier y el Pelado Gonzalez con sus De Ángeles, Los Miche Manu, Gerardo y Andrea Muffato,
Cristian Moor, El Japo Vegetti a dos manos con Lui y Gauchezco, Norberto Paez de Paso a Paso, Sebas Bisole con Casa de Uco, el Edu Soler y sus Ver Sacrum, Germán Masera con los Livverá, Quique Sack y Juampi Lupiañez representando a PIPA con sus Finca Beth y Lupa, Mariana Onofri y Adán, Vicky y Patrick Blousson, Diego Pulenta, Matías Prieto, la Coti Gaitieri, Karim Mussi y mucho más.
Promediando la feria el Flaco Gabrielli y Joe Fernandez condujeron una subasta de vinos a beneficio de la Biblioteca San Martin. Había piezas únicas, botellas magnum y un montón de joyitas que rápidamente se les fueron de las manos. Se recaudaron más de $ 81.000 cuyo destino es la compra de computadoras para la biblioteca. Es decir: tomaste un montón de vinos, te llevaste piezas de colección y colaboraste solidariamente. ¿Qué más podías pedir?
Cerca del final de la fiesta el escenario empezó a poblarse de micrófonos, guitarras y pruebas de sonido. A la feria sólo le faltaba un recital. La gente se acercó al escenario y Juanchi Baleirón, Marcelo Pelleriti y Felipe Staiti comenzaron a rockear, regalándonos un inolvidable acusticazo con temas de Los Pericos, Enanitos Verdes y más.
El segundo día fue el turno del Emmanuel Horvilleur y su banda. Todavía resuenan en mi cabeza los estribillos de «llamame cuando llegues» y «Donde están esas radios modernas»…
Fin de fiesta
El parque sembrado de bombillas iluminaba nuestros rostros felices. La segunda edición de la Chachingo Wine Fair era todo un éxito. La luna llena era el marco perfecto para ese fin de fiesta: como diría Cerati, «nada más queda». Había que emprender el regreso a la ciudad.
Se acabó,
El sol nos dice que llegó el final,
Por una noche se olvidó
Que cada uno es cada cual.Vamos bajando la cuesta
Que arriba en mi calle
Se acabó la fiesta.
Ya no estaba en la calle el viejo Peugeot 404 de mi viejo, así que encaré el camino de regreso cantando bajito aquella vieja canción que inmortalizara el Nano Serrat. La fiesta había llegado a su fin y me había regalado esa hermosa sensación de haber revivido una kermesse con amigos. Amigos que me regaló el vino. ¡SALÚ!
Es cierto, no hablamos de vinos. Pero tranquilos porque eso estará en la segunda parte de esta nota 😉