Dicen que viajando
Se fortalece el corazón,
Pues andar nuevos caminos
Te hace olvidar el anterior.
Coincido en parte con esta canción de Litto Nebbia. No creo que andar nuevos caminos haga olvidar el anterior, más bien es una continuación de los que recorriste antes. Es sumar experiencia y, como en todo, depende de nosotros qué hacemos con eso. De lo que sí estoy seguro es que, si viajando se fortalece el corazón, viajar con amigos fortalece el alma.
Cuando viajás solo, todo es más introspectivo, te conectás con vos mismo y vinculás de manera más profunda lo que estás viviendo con lo que te está pasando. Me pasó cuando fui a Tacuil, donde pude tirarme en el pasto y conectarme con el silencio. Pero viajar con otros es distinto: surgen las anécdotas, las bromas, las charlas que afianzan los vínculos.
Si arrancaste el viaje con un grupo de personas que comparten tu misma pasión por el vino, seguramente al terminar el recorrido serán tus amigos.
Eso es el #MrWinesTour: un grupo de personas que comparten la misma pasión y unidas por La Cueva de Musu que ya desde la previa palpitan el viaje con encuentros en sus casas y que al despedirse en el vuelo de regreso ya cimentaron una amistad.
Y el #MrWinesTour seguía rodando, ahora por la interminable ruta 40 rumbo a lo que sería uno de los lugares más impactantes del viaje: Arca Yaco, la casa del Amar y Vivir.
Arca Yaco
Arca Yaco es una pequeña bodega de difícil acceso ubicada en la Quebrada de San Lucas. Para llegar, salís de Cafayate rumbo a Cachi y al llegar a San Carlos doblás rumbo al oeste, buscando la precordillera. Luego de un largo tramo de ripio llegás a un pueblito de apenas unas 20 casitas de adobe llamado San Lucas. Pasás el pueblito, conducís por el lecho de un río seco y finalmente subís por una escarpada ladera hasta llegar a la bodega.

Su propietario es Matías Etchart, un joven bodeguero que se crió jugando en los viñedos de la bodega Cafayate, propiedad de su abuelo Arnaldo B. Etchart, y que hace unos años decidió volver a sus orígenes. Buscó una pequeña finca apta para el cultivo de la vid y en 2010 se encontró con este paraíso inexplorado.
Al ver esa tierra y probar el agua que bajaba de la montaña se dio cuenta que ése era el lugar para cumplir su sueño. Recuperó canales de riego, construyó caminos y en 2013 plantó dos hectáreas principalmente de malbec y algo de cabernet sauvignon. Construyó su casa junto al viñedo, en 2015 realizó la primera vinificación en un depósito de la casa y en 2017 construyó la bodega.
La vista es imponente: la mirada recorre valles y quebradas, cruza una y otra vez los cerros y se pierde a lo lejos en el omnipresente Nevado de Cachi. La bodega está situada sobre una pequeña meseta y un poco más abajo, la casa familiar y el viñedo. Un profundo cañadón custodiado por enormes cardones nos recuerda lo pequeños que somos. De nuevo, vuelve el silencio y la misma sensación de inmensidad que experimenté en Tacuil.

Amar los viñedos
Matías nos llevó a recorrer la bodega, una hermosa construcción que respeta el estilo colonial y vallista, con paredes de adobe de 70 cms de espesor y techos de teja e interior de caña para la que utilizó todos materiales de la zona.


Allí encontramos una docena de barricas de roble francés «y una de roble americano que llegó por error y bueno… ya que estaba ahí la usamos», nos cuenta Matías. Algunas son de tostado tradicional y otras por convección para buscar distintas expresiones del vino. Además de las barricas, tiene dos piletas de hormigón y dos pequeños tanques de acero inoxidable.
Matías utiliza dos tiempos de cosecha para el malbec con unos 10 días de diferencia y un mes más tarde cosecha el cabernet sauvignon. La recolección manual se realiza en gamelas de 20 kilos. La uva ingresa a la moledora y de ahí por gravedad va a las piletas, a los tanques o a las barricas dependiendo para qué línea sea. Para Amar y Vivir, la fermentación y crianza es en barrica. Para Imagínate, pileta y tanque.

Vivir de tus sueños
Luego caminamos hacia la hermosa casa familiar que se encuentra sobre la ladera de la quebrada rodeada por las dos hectáreas de viñedos. Allí nos esperaban unas empanadas increíbles, un rico asado (cabeza guateada incluida) y los vinos:


- Imagínate la dulce sensación que deja el vino Malbec 2018: Matías es un romántico y para sus vinos elige nombres que remiten a boleros que lo acompañaron durante toda su vida. En este caso, este Imagínate es 100% malbec sin paso por barrica. Es intenso, explosivo, pura fruta, con mucho carácter e identidad.
- Amar y Vivir 2016 y 2017: blend 85% malbec y 15% cabernet sauvignon con crianza de 15 meses en barrica. Es complejo, elegante, con la fruta como principal protagonista y el ADN propio del Valle Calchaquí. Un gran vino que representa lo mejor de la nueva enología salteña. El 2016 fue un poco más salvaje que el 2017 que es más sutil.
- Amar y Vivir Cabernet Sauvignon 2017: Bomba. Primera añada como varietal y es, para mi gusto, el que más se destaca de toda la línea. Tiene todo lo que podés esperar de un gran cabernet salteño: pirazinas, gran cuerpo, estructura, mucha fruta y sumamente elegante. Su crianza en barrica durante 15 meses lo ha redondeado muy bien pero seguramente seguirá sumando elegancia y complejidad con el tiempo en botella. Un vino para enamorarse.





Porque de eso se trata
La tarde transcurrió entre risas y cuentos. El grupo se va afianzando, surge la confianza y con ella las bromas que hacen más divertido el viaje. Matías es uno más: la visibilidad de su proyecto tienen mucho que ver con «la cueva» y con Musu, que fue uno de los primeros en apostar a sus vinos. Sin lugar a dudas, Matías Etchart es un productor cuevero.
Creo que a pesar de tanta melancolía
Tanta pena y tanta herida,
Solo se trata de vivir... y amar.
Por alguna razón vuelvo a pensar en esta canción. Había conocido Arca Yaco unos meses antes de viajar con el #MrWinesTour y la sensación fue la misma: Me costó despedirme de ese mágico lugar, de Matías y su gente. Quedó mucho por conocer y seguramente vuelva otra vez a la casa del Amar y Vivir.
Un lugar increíble perdido en medio de una quebrada, rodeada de cerros y construido con mucho amor. Porque de eso se trata: de vivir para amar, de amar y vivir.
