«No importa el lugar, el sol es siempre igual», dice la canción. Mendoza es la tierra del sol, del vino y de los Productores Amigos, un grupo de apasionados del vino que decidieron unirse para comunicar sus proyectos con la fuerza de la amistad.
Pagar el alquiler de la bodega. Matías viaja en su camioneta de regreso del Valle de Uco y repasa mentalmente las tareas del día siguiente. Había pasado toda la tarde visitando a productores a los que les compra la uva. La vendimia está cada vez más cerca y aún resta ponerse de acuerdo en el punto de cosecha y lo más importante: el precio. Todavía tiene que llegar a su casa, darse una ducha y elegir una botella para llevar a la cena.
El flaco sale del hipódromo después de relatar las carreras de la jornada. Pasa por la bodega para dejarle a Pepe algo de dinero para pagar las botellas que llegan mañana. Pepe está preocupado porque el banco rebotó un cheque de una vinoteca de Buenos Aires y le pasa el tema para que mañana se ocupe. Al despedirse, se lleva un par de muestras del nuevo vino que vienen proyectando para compartirlo en la cena.
Gonza está en la bodega parado arriba de un tanque de 20.000 lts preparando un remontaje cuando llega Tincho y le cuenta que la imprenta usó un color diferente en las etiquetas y deberán imprimir todo de nuevo, lo que demorará el envío de las cajas que debían salir para Córdoba. De paso, le recuerda que lo pase a buscar para ir juntos a la cena y que no se olvide de llevar un par de botellas de aquella barrica, la 27.
Norberto también está viajando. Viene de visitar a un productor que tiene un viejo viñedo de bonarda en San Martín, un poco abandonado pero que con trabajo se puede recuperar. Espera encontrarse con su socio Sebastián y hacer números para ver si llegan a un acuerdo con el productor. Seguramente es algo que conversarán en la cena de esa noche.
Historias paralelas que transcurren en un día cualquiera y que resumen la vida del pequeño productor de vinos. Con sus bemoles y matices, las historias de Matías Prieto (Entrevero Wines), el flaco Gabrielli y Pepe Reginato (El Relator Wines), Gonzalo Tamagnini y Martín Sesto (Desquiciado Wines), Norberto Paez y Sebastián Bisole (Paso a Paso Wines) son muy similares a las de muchos productores y elaboradores de vinos de Argentina. Son historias de esfuerzos, de sortear obstáculos y anteponerse a las diferentes dificultades propias de la industria. Pero principalmente, son historias de pasión por el vino.
Esa noche, sus historias confluirán en una cena que marcará el futuro de sus proyectos. Ellos aún no lo saben, pero esa noche nacerá Productores Amigos.

La génesis de Productores Amigos
La cita era en Zampa, un pintoresco restaurante ubicado en Bartolomé Mitre y San Lorenzo, en el centro de Mendoza. El promotor de la idea (cuándo no) fue el flaco Gabrielli, un eterno impulsor de acciones que potencien este tipo de proyectos. Cada uno traía bajo el brazo una (o dos) botellas para compartir, como marca el protocolo de una juntada de amantes del vino.
Los vínculos entre sí eran dispares: Tincho y Gonza trabajan juntos en Manos Negras y de esa amistad nació Desquiciado. Ahí conocieron al flaco, que junto con Pepe hacen El Relator. En la bodega de Pepe trabajaba Matías Prieto, que era amigo de Gonza de haber trabajado juntos en algunos proyectos. Estos cinco participaron juntos de una cata de Tim Atkin y ahí se conocieron con Norberto y Sebastián, los chicos de Paso a Paso.
La reunión transcurrió como cualquier otra de personas que comparten una misma pasión y las atraviesan los mismos problemas. No es fácil la tarea de quien decide elaborar su propio vino. Económicamente, los proyectos de poco volumen son prácticamente inviables y sólo se sostienen por una pasión irrefrenable que no sabe de lógicas ni números. El sueño del vino propio tiene menos glamour y más dolores de cabeza de lo que cualquiera puede pensar. Y mucho más si todo esto lo afrontás en soledad, sin otros que te den una mano y empujen con vos.
En esa cena se contaron todo: cómo venían con sus marcas, a quiénes les compraban la uva y a qué precio, cómo y a quiénes vendían sus vinos, qué proveedores usaban… Y mientras conversaban, descorchaban y comentaban las botellas que habían llevado siempre con el respeto que se merece el trabajo realizado con mucho esfuerzo. Encontraron que manejaban un lenguaje en común, que compartían desvelos, la misma pasión y lo más importante, una misma visión: hacer los vinos que les gustan.
El aire que se respiraba era de fraternidad y proponerse emprender un viaje juntos fue como decantar el último vino de la noche. «La vida es un camino para andar», dice la canción. Y ellos decidieron recorrer el camino más difícil: el de la conjunción de voluntades.
Sentían que sus proyectos estaban muy solos y que se les dificultaba comunicarlos. Por eso se propusieron comenzar por la difusión de sus proyectos, participando en las ferias como grupo, compartiendo stands, gastos de viajes, etc. Sin pensarlo demasiado, esa misma noche el flaco llamó a Joaquin Alberdi y le propuso hacer una feria de Productores Amigos en su vinoteca de Buenos Aires. Y poco tiempo después empezaron a soñar con la primera Chachingo Wine Fair. Productores Amigos ya estaba en marcha.

Tiempo de crecer
Sabían que para lograr un verdadero impacto en el mercado debían contagiar a otros y así fueron llegando los demás: el flaco invitó al Japo Vegetti (LUI) que vive a la vuelta de su casa y que a su vez le vendía uva a Gonza. Ariel Angelini invitó a Pablo Marino, con quien había trabajando en Bousquet. Pablo y su esposa Amparo hacen Oíd Mortal y además Somos Berracos junto con Liza Videla y Martín Gabrielli, primo del flaco.
Ellos a su vez eran muy amigos de Javier Aller (Frog), lo mismo que el flaco con la Coti Gaitieri (Malpensado), Mariana Onofri (Onofri Wines), Felipe Staiti (Staiti Wines) y Gaby Campana (Terra Camiare) de Córdoba, este último luego de que pegaron muy buena onda en una feria que se hizo en La Docta. Los últimos en sumarse fueron Mariana y Raymond (Finca Las Marianas) de la mano de Matías Prieto.
¿Casualidad? No. Amistad.
Productores Amigos está conformado por Desquiciado Wines, El Relator Wines, Chaman Wines, Paso a Paso Wines, Entrevero, Malpensado Sparkling Wines, Felipe Staiti Wines, Oíd Mortal Wines, Berracos Wines, Finca Las Marianas, Terra Camiare, Onofri Wines, LUI Wines y Frog. 14 sueños de pequeños productores que decidieron sinergiar sus proyectos respetando la individualidad de cada uno, ayudándose en todo lo que estuviera al alcance de sus manos y, fundamentalmente, sosteniéndose en la amistad que los unía.













Así, si uno necesita chequear un nuevo canal de ventas, otro lo conoce y se lo recomienda (o no). De la misma manera, cuando uno abre una nueva plaza lo comparte con el resto para que también puedan entrar. Valoran la unidad basada en la diversidad de proyectos, de ideas y de formas de pensar. Entienden que el camino es el de la solidaridad, el trabajo colaborativo, exponer los problemas para buscarle soluciones en conjunto y compartir el conocimiento.
«Si hay algo que decir, siempre será un amigo el primero en saber». Pareciera que las palabras de esa canción resonaran como una piedra basal de este grupo. Porque entre ellos no hay secretos en la elaboración, sino diferentes interpretaciones. Y en pleno proceso creativo recurren al grupo para pedir opiniones, porque para ellos probar sus vinos con amigos los ayuda a crecer más rápido y acorta el camino.
Productores Amigos también es diversidad. Cada proyecto tiene su propio concepto y su filosofía acerca de lo que quieren mostrar con sus vinos. En Productores Amigos conviven diferentes estilos, formas de elaboración, terruños, etc. Esa diversidad amplía los horizontes del grupo.




Muchas cosas pasaron desde aquella cena. La Feria de Productores Amigos ya lleva tres ediciones en Buenos Aires y otras tantas en Mendoza. En cada una de ellas, invitan a otros productores con los que comparten una manera de ver el mundo del vino. Así es como en sus eventos han estado LoSance, El Equilibrista y Estancia Los Cardones, entre otros. Y algunos que estuvieron y ya no están participan ocasionalmente, como Lucas Niven y Germán Massera.
También estuvieron presente en todas las Chachingo Wine Fair conformando un bloque unido con un sector exclusivo para ellos y lo mismo pasó en otras ciudades del país a las que asistieron como grupo. Sus stands son de los más visitados por el público y eso es porque asumieron el compromiso de atenderlos ellos mismos, sirviendo los vinos y respondiendo las consultas de la gente. Esto es un diferencial enorme para el consumidor.
Pero no todas fueron rosas. También vivieron momentos difíciles como el fallecimiento de Javier Aller, de Frog, una persona muy querida por todos. Esa pérdida impactó muy fuerte en Productores Amigos y hoy Frog, a cargo de los hijos de Javier, sigue siendo parte del grupo.






Una historia sin final
Hoy, la marca Productores Amigos va consolidándose a paso firme: las ferias los invitan como Productores Amigos y cuando vienen los críticos internacionales piden probar lo de Productores Amigos. Hasta un importador de San Pablo (Brasil) está aglutinando a todos estos proyectos para comercializarlos de manera conjunta en ese mercado.
Algunos ya están elaborando juntos, compartiendo el alquiler de una bodega o asesorándose mutuamente. Sueñan con unificar más cosas, como utilizar el mismo tipo de botellas, de etiquetas, tapones ,etc que les permita hacer un pool de compras y lograr de esa manera mejores precios en los insumos. Van camino a lograrlo y nada se los impide.
Productores Amigos es una luz brillando en la oscuridad. Hace poco, Luis Gutierrez (el crítico español que puntúa los vinos de Argentina para Robert Parker) dijo que «Los Productores Amigos tienen una mentalidad diferente, una nueva forma de pensar y entender el vino». En un mundo cada vez más individualista y solitario, que un grupo de personas que tranquilamente podrían competir elijan unirse, trabajar juntos y ser solidarios entre sí es verdaderamente un faro que ilumina la noche oscura en el mar.

Los mozos comienzan a subir las sillas arriba de las mesas como señal inequívoca de que la cena llegó a su fin. El flaco, Mati, Gonza, Tincho, Sebas, Ariel y Norberto se despiden en la puerta con abrazos y la agenda cargada de ilusiones. En algún lado suenan Los Enanitos Verdes y Marciano Cantero canta «sin nada hemos venido y nos iremos igual». Pero ellos saben que, al final del camino, seguramente se irán con mucho más de lo que trajeron. Porque tienen el corazón repleto de nuevos amigos. Y de vino. SALÚ.
Hola Ale, gracias por la información y la emoción! Hermosa narración!
Me alegro que te haya gustado! 🍷🍷🍷